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¿Las telas que crean no encuentran comprador? Nuestros creadores no tienen sentido comercial. Pero lo que sí que tienen es gusto por la puesta en escena.
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Palomas, gallos, patos... Los tradicionales farolillos de papel, traídos de Alemania, decoran el doble escaparate. No están a la venta, pero todo el mundo quiere tener uno. Desde el Flore, desde París o desde cualquier otro lugar, ya sea a pie, en taxi o en metro, todo el mundo acude al número 34 para oler el ambiente de tendencia de estos comerciantes que no venden nada y lo venden todo. Después de los farolillos, el inventario poético continúa: perfumes ingleses, mantas galesas, palillos de incienso indios, juguetes de madera, y todo amenizado con un aria de Mozart o los Rolling Stones de fondo. Incluso hoy, las buenas vibraciones siguen palpitando en el número 34.
NOTAS OLFATIVAS Y MUSICALES
En el n.º 34 del boulevard Saint-Germain, la música crea ambiente. Ese día, suena Mozart. «¿Quién es el director?», pregunta una cliente con un oído temiblemente musical. «Yves Coueslant, uno de los fundadores de diptyque, madame», responde el joven vendedor. «¿Coueslant? No lo conozco», responde sorprendida. «El director de orquesta es Daniel Barenboim», interviene el gerente de la boutique. Más tranquila y satisfecha, la señora sigue comprando en la boutique de curiosidades.
DIPTYQUE, YOU KNOW !
Una caja de velas con perfume de almendras. La clienta es americana, pero está lejos de estar perdida en la boutique del n.º 34 del boulevard Saint-Germain. Sabe exactamente lo que quiere. Todo está preparado y envuelto para llevar. «¿Quiere llenar el documento para la devolución de impuestos?», pregunta el vendedor. «No, tengo la limusina aparcada en doble fila y el avión privado esperándome en Le Bourget». «¿Ah, sí? ¿Y a dónde vuela?». «A mi casa, en Texas», responde la cliente. «Todo mi rancho huele a las fragancias diptyque, you know!».

En 1964, las primeras incursiones de la Maison en el mundo de la belleza son importaciones inglesas: los eaux de toilette de Penhaligon's (una importante casa británica), un curioso vinagre de toilette o la Violet Oatmeal de Rimmel (una máscara de avena). La cosmética de la Maison da sus primeros pasos aromáticos.
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En 1963, nuestros fundadores imaginan velas con los colores de sus telas. La idea de perfumarlas es una primera innovación. Los perfumes elegidos son espino, canela y té, toda una revolución en el mundo de la perfumería. El trío celebra los dos años de la boutique con tres velas, la encarnación de su art de vivre.



Todo, es todo lo que el trío adora y que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Azucareros de bistrot, vasos de la región de la Lorena, quemadores de perfume indios: sus objetos ensalzan la belleza de la vida cotidiana y el trabajo de los artesanos.
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Como creadores de tendencias por inadvertencia, ven su curiosidad recompensada con un éxito inesperado. Ponen de moda los juguetes de madera. Lanzan en exclusiva las creaciones de la joven sobrina debutante de unos amigos irlandeses, Laura Ashley... «Pájaros de reclamo» inspirados en la caza y pintados por la Maison, tubos llenos de semillas de colores... su trabajo artesanal seduce a los clientes. Y en la sección musical, un disco único, tan exclusivo como el resto de objetos: el hilarante concierto en el Carnegie Hall de la famosa Castafiore americana, la cantante Florence Foster Jenkins.



Desmond nunca dejó de pintar. Yves tiene pasión por los viajes. Christiane siente inclinación por la arquitectura.
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El alma creativa de diptyque, Desmond, continúa haciendo exposiciones en galerías y pintando frescos. Desde la familiar Irlanda a Rusia, desde la querida Grecia a Italia, comparte la pasión de Yves por los viajes. Los dos contemplan con el mismo fervor las pinturas de los maestros y los gestos de los artesanos. Como Christiane, su entusiasmo no entiende de jerarquías. Su talento para el color se afirma en la fachada de un edificio parisino que ella restaura con tonos que resultan escandalosos para sus residentes y se expresa en suntuosas decoraciones de zelliges, unos coloridos mosaicos marroquíes.

Casis, frambuesas y grosellas... en el jardín familiar de La Ferté-Alais, Christiane de niña, con los labios rosados por estos sabrosos placeres, descansa bajo un sauce llorón que refleja su Ombre dans l'eau (Sombra en el agua). En Irlanda, un Jardin clos (Jardín amurallado) sembrado de guisantes de olor y de malva real es el refugio secreto de Desmond. Él aún no sabe que un día encerrará sus aromas en una botella. En Normandía, el jardín de la casa de las lilas es la sutil y ecléctica obra de Yves y Desmond. Salpicado de estatuas cubiertas por una vegetación tan encantadora como el Eau de lierre, es la síntesis de los jardines adorados y también fuente de inspiración.
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