
El sudeste asiático, la cuenca del Mediterráneo, Normandía o el corazón de París... Esta es la cartografía de los ingredientes de diptyque.
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Es el sándalo de Mysore, la vainilla de Madagascar, la tuberosa de la India o, más cercanos a nosotros, el geranio, la lila o el casis silvestre que se huelen en un jardín de Normandía. El único requisito para estos viajes es traer de vuelta la calidad más noble. Cuando la naturaleza no se presta a las fantasías, diptyque se libera de las reglas de la perfumería y hace lo que le place con espíritu investigador. A través de la gracia tecnológica del headspace, una burbuja de vidrio que inicialmente captaba los olores de flores raras de regiones inaccesibles, se encapsula la atmósfera de la boutique del boulevard Saint-Germain. La ciencia logra la síntesis del deseo.

L'Eau de Mohéli es el majestuoso homenaje que rinde diptyque al ylang-ylang. Con el fin de evitar que esta flor en peligro de extinción desaparezca definitivamente, la Maison colabora con la Fundación Givaudan para plantar árboles de ylang-ylang en la isla de Mohéli, en el archipiélago de las Comoras. La casa crea viveros que producen la leña necesaria para la destilación a fin de evitar la deforestación, perjudicial para el cultivo de la flor.
Es en el campo de Haití donde se puede encontrar la más noble y sutil variedad de vetiver. Su excepcional calidad odorífera es el origen de la nueva concepción de Vetyverio en eau de parfum. Además, lleva la etiqueta del estándar JSR: justo, solidario y responsable. La Maison diptyque, que participa en un proyecto iniciado por la Fundación Givaudan, da su apoyo a una cooperativa de 300 agricultores que lo cultivan. Su riqueza no es solo comercial. Se sabe que el vetiver impide la erosión de los suelos volcánicos de la isla.
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